
Tara tiene un talento: el canto, y una obsesión: saber. Pone por primera vez los pies en un aula a los diecisiete años: no sabe que ha habido dos guerras mundiales, pero tampoco la fecha exacta de su nacimiento (no tiene documentos). Pronto descubre que la educación es la única vía para huir de su hogar. A pesar de empezar de cero, reúne las fuerzas necesarias para preparar el examen de ingreso a la universidad, cruzar el océano y graduarse en Cambridge, aunque para ello deba romper los lazos con su familia.
MIS IMPRESIONES
Vaya titulo, ¿eh? A mí me llevó directa a la sinopsis y os
puedo asegurar que todo eso no fue más que un aperitivo de lo que me esperaba.
Esta es una de esas novelas que yo denominaría “muy aconsejables”. Os hablo de
ella.
El hecho de haber leído un poco sobre esta autora antes de
sumergirnos de lleno en la novela, y el
saber a grandes rasgos lo que podemos encontrar en esta historia, no evitará el
impacto que causa. Dice la propia Tara Westover en las primeras líneas de esta autobiografía
que no es la suya una historia sobre el mormonismo. Y, efectivamente, no lo es.
Es la historia de una niña, la menor de siete hermanos, que creció en las montañas de Idaho, en el seno
de una familia mormona cuyo rasgo diferenciador fue el carácter dictatorial y
el fundamentalismo religioso de su padre; algo que lo llevó a aislar a su
familia de cualquier tipo de institución gubernamental, privándola no solo de
una educación reglada y de guardar las más simples normas de higiene sino
también, y por increíble que parezca, de conocer a ciencia cierta la fecha de
su nacimiento o de recibir la asistencia sanitaria más elemental. Un lunático
que obligó a los suyos a vivir como salvajes, a correr gravísimos riesgos desde
la más tierna infancia y que, preparándose
para la llegada del fin del mundo, decidió hacerse con un arsenal de armas en
su propia casa para defenderse.
En ese ambiente impuesto creció Tara junto a su familia,
con una madre que ejercía de partera y preparaba brebajes con hierbas para
ayudar a una deprimida economía familiar, unos hermanos que, como ella, ayudaban
a su padre en sus trabajos como chatarrero
en su desguace. Y a pesar de tantas dificultades, de tanto fanatismo, tantas
normas que no se podían traspasar y que ella creció creyendo que eran lo normal,
siempre anheló estudiar. Su hermano mayor abriría la puerta de un camino que
con muchísimo esfuerzo y sin ningún apoyo ella decidió emprender. Estudió en
sus horas libres, robándole tiempo a su descanso. Y logró aprobar el examen de
bachiller y acceder a la Universidad de Cambridge, uno de los centros más
prestigiosos del mundo que cambiaría para siempre su forma de entender la vida.
Narrada en primera persona con una naturalidad que golpea al
lector por la dureza de la situación, la autora nos sumerge en una novela de
ritmo pausado que derrocha sinceridad, por momentos confusión (la de la propia
protagonista) y que, sin embargo, atrapa sin remedio sin que decaiga el interés
de un lector atónito ante la realidad de los hechos narrados. Unos hechos que
están cargados de tensión durante gran parte de la historia. La inquietud por
la forma de vida de los Westover y la necesidad de saber cómo se las arregló
Tara para salir de ahí nos impulsan a seguir leyendo. Seremos testigos de la
evolución de una joven que, a medida que toma distancia de su familia y se
relaciona con el resto del mundo, empieza a ver las cosas desde la nueva
perspectiva que le proporcionan sus estudios. Temerosa el principio, incluso
con una sensación de traición hacia los suyos, que solo la “educación” logrará
ir paliando, Tara lograra romper amarras y vivir en libertad por fin aunque
esta situación le haya costado perder para siempre a su familia que la
considera una traidora a la que los “iluminati” le han lavado el cerebro.
Una educación es uno de esos libros con los que uno
raramente volverá a tropezar. En él conoceremos no solo que la capacidad de superación de algunas personas sobrepasa cualquier límite que podamos imaginar sino que la educación es la única arma capaz de proporcionarnos la libertad para elegir quiénes queremos ser.