Todos los días son nuestros
Autor: Catalina Aguilar Mastretta
Editorial: Destino
Páginas: 304
Precio: 18,90 euros
SINOPSIS
María y Emiliano parecían una pareja indestructible, de esas que se conocen el instituto, nunca pierden la pasión y terminan siendo dos adorables ancianos cogidos de la mano. Por eso, cuando llegan a la treintena y una noche, al volver de la fiesta de unos amigos, María empieza una discusión, nadie hubiese imaginado que la pelea terminaría con Emiliano haciendo las maletas y volviendo a casa de sus padres.
En su primera novela, la mexicana Catalina Aguilar Mastretta hace gala de la contagiosa ternura y el humor que ya ha demostrado en su carrera como directora de cine. Todos los días son nuestros es una novela generacional, irónica y divertida en la que dos jóvenes deben aprender a vivir sin la persona con la que creían que iban a pasar el resto de sus días. Una historia narrada con una cercanía conmovedora, que provoca carcajadas, sonrisas tristes y, sobre todo, una inmensa complicidad.
Nacida en Ciudad de México en 1984. Es guionista y directora de cine. Ha escrito y dirigido las películas Las horas contigo (2104) y Todos queremos a alguien (2017), y el cortometraje Tabacotla (2008). Suyos son los guiones de la serie histórica sobre México Gritos de muerte y libertad, estrenada en 2010, y del largometraje Echo Park (2014). Todos los días son nuestros, su primera novela, ha sido alabada por la crítica mexicana por su mirada irónica, tierna y generacional.
MIS IMPRESIONES
Cuando una novela llega por recomendación de una gran lectora, que además conoce a la perfección tus preferencias no puedes más que prepararte para un viaje inolvidable. Así llegó a mis manos Todos los días son nuestros y os cuento cómo la he disfrutado.
María y Emiliano se conocen desde que eran adolescentes. A sus treinta años, tras media vida juntos, forman una de esas parejas tan sólidas como envidiables por la forma en que han sabido mantener viva la llama de la pasión. Quizá por eso María jamás pensó que una discusión trivial terminaría definitivamente con su relación. No puede dar crédito a lo que ocurre, pero lo cierto es que Emiliano ha hecho las maletas y se ha marchado a casa de sus padres. Y ella solo siente un inmenso vacío; un vacío que se expande como la espuma por cada rincón del hogar que compartieron y que ahora parece inerte.
¿Conoces a Emiliano? Lo conocía. Lo conozco porque no se me va de la frente y que me pregunten por él me crea un hueco en ese lugar que las viudas se tapan con las manos cuando les hablas del pasado. Pero en la realidad de la calle y de la rutina, no sé de él.
- Qué bueno que ya superaste lo de Emiliano – me dijo Paloma hace ya mucho tiempo-. Yo voy a pedir salmón, ¿tú?
- Pasta.
Y a lo que sigue. Superado está, claro. Nada más que algunas cosas no terminan nunca. Y ésta es una de esas cosas.
- Qué bueno que ya superaste lo de Emiliano – me dijo Paloma hace ya mucho tiempo-. Yo voy a pedir salmón, ¿tú?
- Pasta.
Y a lo que sigue. Superado está, claro. Nada más que algunas cosas no terminan nunca. Y ésta es una de esas cosas.
Con estas palabras del primer capítulo imaginamos como se siente María tras su ruptura. Será ella en primera persona la que vaya desgranando su historia con Emiliano en una novela que va intercalando capítulos en los que conocemos su duelo en el presente, y como va enfrentando esa nueva vida en solitario, con otros que nos remontarán hasta su adolescencia, muchos años atrás cuando ambos se conocieron en el instituto.
María y Emiliano, son los dos protagonistas principales de la historia. Los conoceremos en profundidad, mucho mejor a ella, que se convierte en un personaje inolvidable. En su trabajo como crítica de cine encontrará el mejor paraguas para resguardarse del temporal que se le viene encima tras la marcha de Emiliano. Y este cine, que la pareja adora, será un protagonista más de la novela. En el presente encontramos a una María superada por la situación: desorientada, perdida por momentos y sin rumbo. Una mujer que debe recomponer los pedacitos de su vida para enfrentar su futuro; ese que no acierta a imaginar sin él. Será fácil empatizar con ella. No solo por el momento tan duro que vive y que cualquiera con cierta edad conoce de primera mano sino por la sencillez, frescura y espontaneidad que desprende su relato. Ese desparpajo y humor, que tiene para encarar la vida te gana porque María es sobre todo una mujer valiente y decidida que sabe ironizar sobre muchas situaciones, capeando con maestría esos momentos difíciles que le tocará vivir.
En este caso, la elección de la primera persona es todo un acierto que convierte al lector en confidente de nuestra protagonista y parte de la historia. La autora hace uso de prosa cuidada pero cercana, salpicada de ironía en ocasiones y cargada de intensidad en otras. Con esta primera novela nos demuestra su capacidad para conectar con el lector y harcerle vivir junto a sus personajes todo un abanico de emociones. Todos los días son nuestros arrancará nuestra carcajada a veces, nos inspirará ternura otras e incluso hará aflorar alguna que otra lágrima. Resulta imposible no sentirse identificada con esta mujer, imaginar el dolor que supone, tras tantos años compartidos, enfrentarse a un sillón vacío frente al televisor o comprender su miedo a la soledad ante la certeza de algo que no tiene marcha atrás. Las ausencias definitivas necesitan tiempo y ella nos contará con todo lujo de detalles como vive este momento. Esta es una historia con chispa: de esas que aunque duelen son a la vez enternecedoras.
En este caso, la elección de la primera persona es todo un acierto que convierte al lector en confidente de nuestra protagonista y parte de la historia. La autora hace uso de prosa cuidada pero cercana, salpicada de ironía en ocasiones y cargada de intensidad en otras. Con esta primera novela nos demuestra su capacidad para conectar con el lector y harcerle vivir junto a sus personajes todo un abanico de emociones. Todos los días son nuestros arrancará nuestra carcajada a veces, nos inspirará ternura otras e incluso hará aflorar alguna que otra lágrima. Resulta imposible no sentirse identificada con esta mujer, imaginar el dolor que supone, tras tantos años compartidos, enfrentarse a un sillón vacío frente al televisor o comprender su miedo a la soledad ante la certeza de algo que no tiene marcha atrás. Las ausencias definitivas necesitan tiempo y ella nos contará con todo lujo de detalles como vive este momento. Esta es una historia con chispa: de esas que aunque duelen son a la vez enternecedoras.
No solo el amor es abordado en esta novela sino que encontramos en ella temas como la diferencia de clases, el feminismo, la independencia de la mujer o el papel de los amigos y la familia como tabla a la que asirse ante los vaivenes de la vida.
Todos los días son nuestros me ha gustado mucho. Muchísimo. Es una de esas novelas que me atrevería a recomendar sin reservas a todos aquellos que disfruten de las lecturas intimistas. Entre el amor y el desamor hay una amplia paleta de colores a través de la que nos va conduciendo Catalina Aguilar con su historia. Una novela que es un cóctel de frescura, humor, espontaneidad y ternura; que habla de personas de carne y hueso, con su defectos y sus virtudes, llenas de fuerza a veces y otras aterradas ante la incertidumbre del mañana, pero por encima de todo es un canto a la superación personal.