Sucios y malvados
Autor: Juanjo Braulio
Editorial: Ediciones B
Páginas: 640
Precio: 21 euros
Sinopsis
Tras deslumbrar con su primera novela, El silencio del pantano, calificada de «obra maestra» por la crítica y cuya adaptación al cine ya está en marcha, Juanjo Braulio regresa a las librerías con este monumental thriller literario que combina una trama policiaca impecable con una gran reflexión sobre la justicia, el sexo, el poder y la violencia contra las mujeres.
Un grupo de prostitutas que acuden a rezar a la Virgen de las Rameras en un edificio abandonado; un músico que jamás ha logrado superar el secuestro que sufrió cuando era niño; un abogado sin escrúpulos; un notario con oscuros gustos sexuales; un contenedor de transporte marítimo con un siniestro contenido; un hombre que aparece ahorcado en un lugar exacto donde estuvo hace siglos la entrada al barrio de los burdeles...
Braulio presenta un juego diabólico formado por distintas tramas que la inspectora Roma Besalduch luchará por conectar, buceando en las profundidades y los secretos de una Valencia entre cuyas negras sombras se ocultan sus habitantes más sucios y malvados.
Juanjo Braulio nació en Valencia en 1972. Está graduado en Enseñanzas Artísticas por la Sankt Eskils Skola de Eskilstuna (Suecia) y licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Politécnica de Valencia. Periodista y escritor, empezó su carrera en la delegación valenciana de Diario 16, desde el que pasó a Las Provincias, donde fue redactor de Medio Ambiente, Municipal, Política y jefe de Opinión.
Posteriormente fue jefe de Informativos de Ràdio Nou y colaborador del Suplemento Semanal (Grupo Vocento), la agencia Colpisa y el diario Abc. Un compendio de sus columnas de opinión fue publicado en forma de libro con el título La escalera de Jacob (2004). También es autor de En Ítaca hace frío (2014), un libro de viajes sobre Suecia.
Después de años contando verdades que parecían mentira, con El silencio del pantano, su primera novela, decidió que era tiempo de contar mentiras para decir verdades.
Mis impresiones
Cuando el año pasado leí a Juanjo Braulio en El silencio del pantano quedé más que satisfecha con la historia y su forma de abordarla. En esta ocasión vuelve a sorprenderme con una trama mucho más enrevesada, en la que todos los cabos quedan bien atados, y demuestra una vez más que sabe de lo que habla.
22 de diciembre de 2014: Valencia parece teñirse de negro y la muerte acecha en diferentes rincones de la ciudad. Mientras los empleados de una empresa de logística del Puerto de Valencia celebran con gran júbilo que el Gordo de lotería de Navidad ha tocado a su puerta, uno de ellos decide acabar con su vida de una forma escalofriante, dejándose aplastar por un contenedor portado por una grúa. En algún otro punto de la ciudad, un grupo de prostitutas acuden a rezar a su Virgen de los Desamparados, para ellas la Virgen de las Rameras, ante el improvisado altar de un edificio en ruinas; un grupo de cuatro mujeres se reúne en un monasterio para tomar una serie de decisiones; un músico yonqui nos habla de su vida a la vez que recuerda algún terrible suceso que marcó su infancia; un nigeriano está siendo torturado con la más absoluta crueldad en lo que tiene toda la pinta de ser un ajuste de cuentas, mientras su mente se remonta a las circunstancias en que llegó a la ciudad hace años, desde su país natal. Finalmente, aparece colgado y desollado en la entrada de lo que en la Edad Media fuera el barrio de los burdeles. Paralelamente, se produce el hallazgo del cadáver de un empresario, acusado de malos tratos a su esposa. Tanta muerte pondrá en alerta a la policía ante ese cúmulo de casualidades. Serán la inspectora Roma Besalduch y su Grupo de Homicidios los encargados de afrontar una investigación en que habrá que atar muchos cabos.
Una compleja maraña es la base de la que se sirve Braulio para hacer en su novela una denuncia sobre temas como la prostitución, el tráfico de personas, la justicia, la corrupción, los ajustes de cuenta o los malos tratos. No dudará en hacernos descender al mismo infierno, ni se andará con paños templados, sino que lo contará con toda la crudeza y realismo que el tema requiere.
Sucios y malvados es una novela negra, muy negra que nos muestra la cara menos amable de la ciudad de Valencia, un escenario queda magníficamente dibujado a lo largo de sus páginas;un lado muy oscuro, el elegido por el autor para ambientar la trama, como ya lo hiciera en El silencio del pantano, pero que podríamos trasladar a cualquier otro punto de la geografía española donde los puertos marítimos son un coladero de drogas, el boom inmobiliario ha permitido a infinidad de inversores, españoles y extranjeros llenarse los bolsillos a espuertas y, con la connivencia otros tantos abogados y notarios, lavar ingentes cantidades de dinero mientras muchos ciudadanos, aparentemente respetables, se han hecho de oro, mirando hacia otro lado, dando rienda suelta a su vicios más ocultos y permitiendo que las redes de trata de blancas y proxenetas sigan campando a sus anchas por toda la geografía nacional.
Juanjo Braulio nos habla de vidas rotas: las de diferentes personas que se convierten en marionetas en manos de unos depravados sin conciencia, esos “sucios y malvados”, que no dudan en cometer cualquier tipo de fechoría con el único objetivo de mantener su estatus y enriquecerse a costa de la vida de otros. Conoceremos de cerca el negocio de la prostitución, sus diferentes puntos de origen, en especial,me ha llamado la atención el tema de las jóvenes nigerianas y la forma en que se ejerce el control sobre ellas.
El autor, a través de una prosa clara y sencilla, en ocasiones salpicada de ironía y con un buen manejo de la tensión narrativa, nos va conduciendo por una intrincada trama estructurada en capítulos de mediana extensión, en la que se alternarán la tercera y la primera persona y abundarán las descripciones; un aspecto que, aunque me ha resultado agradable e interesante en general, en algunos capítulos, (los narrados en primera persona) creo que peca por exceso y algunos detalles innecesarios restan agilidad a una lectura, que en su parte final ha conseguido atraparme por completo.
Estamos ante una novela coral en la que sería difícil destacar un personaje sobre el resto. Personalmente, me quedo con dos: la inspectora Roma Besalduch, una mujer muy sagaz que tendrá que hacer encaje de bolillos para conciliar trabajo y familia, pero que sabe capear los temporales como ninguna y Daniel, un personaje con el que he tenido impresiones contrapuestas y es que a pesar de haberme resultado un tanto cansinas sus profusas descripciones en lo que a música se refiere, sí que ha sabido mantenerme intrigada por conocer la historia de su vida.
En resumen, Sucios y malvados es una novela dura y cruda con la que el autor nos arrastra a conocer las miserias más ocultas del ser humano, ese lado oscuro y tenebroso del que no interesa conocer demasiado; un viaje que no siempre es cómodo y, a veces escuece, pero que domina tan bien.