MIS IMPRESIONES
Hay trilogías que se salen de lo común y, lejos de ir menguando en cada entrega, crecen más y más, deparándonos momentos realmente inesperados y de una acción cada vez más vertiginosa y sorprendente. Hoy os hablo de La sexta trampa, el libro con el que se cierra la trilogía de El cuarto mono, cuyo desenlace me ha dejado con muchas ganas de volver a leer a este autor.
Al hablar de el cierre de una trilogía se hace necesario dar unas pinceladas para ubicar la historia, por ello, ruego a quienes tengan la intención de embarcarse en la lectura de la misma y no conozcan las entregas anteriores, no sigan leyendo esta reseña que puede contener spoilers de lo acontecido en ellas.
La quinta víctima acabó con la detención del detective Sam Porter, uno de los pilares de la investigación de El cuarto mono, como sospechoso del caso. Así las cosas, arranca una nueva trama en la que se tratará de dilucidar la implicación o no del mismo en los asesinatos llevados por El cuarto mono. Las cosas no dejan de complicarse porque Anton Bishop, el principal sospechoso del caso, se ha entregado voluntariamente a la policía, pero una serie de macabros asesinatos siguen sucediéndose y esta vez no se sabe a quién imputar su autoría. Paralelamente, un hospital de Chicago ha sido puesto en cuarentena por estar en riesgo de liberarse en el mismo un peligroso virus que amenaza con extenderse entre la población. La policía de Chicago y el FBI deberán tomar cartas en el asunto para arrojar algo de luz a un caso que les supera. ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Tiene el Cuarto Mono un cómplice?
Estructurada en capítulos cortos numerados y titulados con el nombre de Poole, Claire, Nash, Porter…se va abriendo camino una historia que avanza a varias bandas, abarca apenas un par de días para después dar un salto en el tiempo de seis meses, y es una verdadera carrera contrarreloj donde cada segundo cuenta. De un lado, vamos conociendo el curso de una investigación policial en la que todos los indicios apuntan a la implicación del detective Sam Porte en el caso. El propio equipo policial aparece dividido: mientras Poole se resiste a creer en la culpabilidad de Sam, otros no lo tienen tan claro. De otra parte, se trata por todos los medios de contener la expansión de un virus que puede ser letal para la población. Un virus, el SARS, que logra ponernos la piel de gallina por el momento tan delicado que atravesamos en la fecha de la publicación de la novela, y que pareciera de alguna forma incluso premonitorio de la situación que estamos viviendo. Por último, recuperamos nuevos fragmentos de un diario, que nos ayudará a reconstruir la historia de Bishop tras los sucesos ocurridos en El cuarto Mono, una subtrama realmente sobrecogedora, que está intercalada entre el resto de los capítulos y con una caligrafía distinta, y, desde mi punto de vista, como ya ocurriera en el inicio de la trilogía, el mejor bocado de la novela.
Una prosa sencilla, infinidad de giros inesperados, capítulos cortos con indicación de la hora en la que transcurren los hechos y unos personajes absolutamente camaleónicos logran imprimir a la trama una tensión y velocidad de vértigo, que se ve acentuada por la necesidad de encontrar la identidad de un asesino escurridizo y extremadamente cruel capaz de burlar una y otra vez al equipo policial.
La sexta trampa es una de esas novelas que te deja con muy buen sabor de boca. Una historia llena de intriga y tensión que logra un cierre a la altura de la trilogía y me fideliza incondicionalmente con un autor que sabe muy bien lo que se hace y tiene mucho que contar dentro del thriller. No os la perdáis.