Una gran aventura en el corazón de África
MIS IMPRESIONES
A pesar de su larga trayectoria literaria fue Las ventanas
del cielo la novela con la que conocí la narrativa de Gonzalo Giner. También la
que me convenció de seguir sus futuras publicaciones. Hoy os hablo de La bruma
verde, su última novela, que además se ha alzado con el Premio Fernando Lara
2020.
Dos hilos argumentales que inevitablemente acaban por
converger son los pilares de esta impresionante aventura que no da un respiro.
Beatriz Arriondas, cooperante de Greenworld, ha desaparecido en la selva de la
República Democrática del Congo mientras llevaba a cabo una peligrosa
investigación. Su íntima amiga, Lola Freixidó, una alta ejecutiva, no dudará en
aparcarlo todo para viajar, junto al padre de Beatriz, en su auxilio. Pero
el mundo que encuentra Lola al pisar África dista mucho del propio y tendrá que
abrirse paso en un país lleno de riqueza pero también de corrupción y gente falta
de escrúpulos en el que cada día es una lucha por la supervivencia.
Por otro lado, Bineka, una adolescente congoleña, hija de la
selva, ve cómo unos desalmados arrasan con la vida de todos los habitantes
de su aldea y, en una huida desesperada por la supervivencia, es acogida por
una manada de chimpancés con la que acabará conviviendo y estudiando su
comportamiento. De esa relación tan especial seremos testigos privilegiados y
quedaremos absolutamente fascinados con la mirada de ambos y ese amor por su
tierra madre.
Dicen quienes han visitado África que te atrapa, y ese
magnetismo que parece ejercer el continente africano sobre quienes pisan sus
tierras por primera vez, es de alguna manera similar, siempre entendido con la
debida distancia, al que siente el lector al adentrarse en La bruma verde; una
novela llena de aventuras, que imanta desde sus primeras páginas, avanza a
ritmo de thriller y te deja un poco huérfana al terminarla. Razones le sobran,
pero quizá la más poderosa sea que llegamos a respirar la selva y todo su
entorno de tal manera que inevitablemente nos involucramos en la trama de una
novela cuya magia reside a partes iguales en la belleza rezuma esa naturaleza
salvaje que sentimos tan tangible, la veracidad, valentía y ejemplaridad de
algunos de sus personajes y la calidez con la que se va abriendo paso ante el
lector. Es esta una de esas novelas llena de color, de matices, de contrastes,
que destila, por encima de todo, verdad por lo real de la historia, amor por
una tierra rica en recursos y dolor por la barbarie que se está llevando a cabo
en su selva.
El pulmón africano, esa selva del Congo con su impresionante
río, Bineka, Lola y los chimpancés serán las piezas clave una novela que, como en un caleidoscopio
nos ofrece diferentes perspectivas de un país fascinante y lleno de peligros.
Bineka y Lola son la mirada enfrentada de dos mujeres muy diferentes (el entorno natural frente al desarrollo), pero hechizadas
por África y unidas por un fin común. Sobre ellas, un poso de
reflexión: cuánto hemos avanzando o retrocedido quienes nos creemos que hemos
llegado tan lejos en la evolución.
Estamos ante una novela con la que el autor realiza una
denuncia social sobre la brutal deforestación que está sufriendo la selva del
Congo a manos de emporios empresariales que obtienen sustanciosos beneficios del
aceite de palma, el cultivo de la soja o la extracción de coltán. Unas
actividades que, como siempre que se mueven grandes cantidades de dinero llevan
aparejadas la corrupción e incluso guerras intestinas por hacerse con el
control de la riqueza que ofrece el país.
La bruma verde es un impresionante thriller medioambiental,
un canto al conservacionismo según palabras del autor, con el que me ha
conquistado de principio a fin. Una novela llena de amor por la naturaleza y
los animales: tierna por momentos, terrible otras veces, narrada de forma
exquisita, con una garra tremenda, que me ha llevado a vivir aventuras
inimaginables y me ha emocionado hasta las lágrimas con la arrolladora fuerza
de sus personajes. En ella, un poco de todo: amor, frustración, dolor,
corrupción, pero también bondad y generosidad infinita de gente con ganas de cambiar
el mundo. No puedo más que animaros a descubrirla con la certeza de que la
disfrutaréis tanto o más que yo.