En el reducido universo familiar de Amalia y sus tres hijos, Silvia, Emma y Fer, el engranaje se mueve al ritmo desacompasado de las emociones. Es una familia típica, y sobre todo, muy real. Un cosmos cocido al fuego lento de varias entregas que han atado a miles de lectores. Pero llega un día cumbre en sus vidas. Emma se va a casar y todos se sumergen en las tareas y los remolinos de organizar la mejor boda. La noche previa a la ceremonia, una llamada rompe la armonía familiar. Silvia, Emma, Fer y otros parientes se conjuran para poder celebrar a la vez el aniversario de Amalia, que coincide inevitablemente con la fecha de la boda. 24 horas de acelerón emocional que pondrán a prueba a todos y cada uno y al mismo engranaje familiar.
Un nuevo ejercicio de virtuosismo emocional. Una literatura que llega por el plexo y se inocua directamente a los sentimientos. Alejandro Palomas extiende su ya variada paleta de colores para dotar a sus personajes de los matices, sesgos y rasgos que los acercan a los lectores y éstos los reconocemos como a propios en sus particulares universos familiares.
MIS IMPRESIONES
Una de las noticias que mayor expectación genera cada nuevo
año entre los lectores es el fallo del Premio Nadal. Que Alejandro Palomas se
alzara con él fue para mí una sorpresa y una alegría. Solo faltaba esperar la
publicación de Un amor, una novela con la que vuelve a brillar.
Un amor supone un reencuentro con una familia muy querida
para los lectores: Amalia y los suyos (Emma, Fer y Silvia) volverán a hacernos
disfrutar de lo lindo. Como en las anteriores novelas (Una madre y Un perro)
vamos a compartir con ellos un día, pero uno muy especial que, una vez más, va
a dar muchísimo de sí.
Nos vamos de boda porque se casa Emma. Por fin va a dar el
paso; ha encontrado en Magalí a su media naranja. La fecha del enlace coincide
con el cumpleaños de Amalia y tras la ceremonia van a pasar un día en una casa
rural. Un día de carreras, nervios a flor de piel, emociones, risas, miedos, culpas,
secretos, incertidumbres y confesiones, en el que Amalia, de la que conoceremos
ciertos detalles muy importantes de su pasado, me ha dolido más que nunca. Porque,
aunque parezca mentira, a esta madraza la siento un poquito mía.
Los años no pasan en vano, han llegado los achaques propios
de la edad pero Amalia sigue demostrando una generosidad sin límites. Mi madre,
que tira mucho del refranero popular, dice que “una madre es para cien hijos,
pero cien hijos no son para una madre”. Y aquí también sería aplicable porque,
aunque esta familia hace piña, y la unión hace la fuerza, aunque Fer, Silvia y
Emma quieren muchísimo a su madre y les aterra la idea de una posible orfandad,
todos en algún momento han flaqueado, perdido los nervios o se han venido abajo.
Ella no. Nunca. Ella es el pilar que mantiene el barco a flote. Y aunque a
veces flaquee, lo hace en silencio, para no preocupar a nadie. Incluso, si lo
necesita, echa mano de alguna mentirijilla, para disimilar. Y esa forma de ser
tan auténtica, tan sencilla, tan desinteresada, tan “sin dobleces” y tan “madre”
hace que le perdones todas sus travesuras o esos líos tan rocambolescos en los
que se mete y te la quieras comer a besos porque “un amor” es ella: de persona,
de mujer, de madre, de amiga…de todo. Ella da y da sin esperar nada a cambio y aunque todos son muchas cosas, ella es la suma de todos ellos.
Será de nuevo Fer, en primera persona el encargado de
narrarnos el devenir de los acontecimientos; el que nos ponga en antecedentes
de lo que ha ocurrido en estos últimos meses desde que Rulfo dejó atrás a R, de
hacernos saber que los tres hermanos junto con tía Inés guardan un secreto para
proteger a Amalia. Y, aunque esta primera persona es siempre una apuesta
arriesgada, está claro que a Palomas le sigue funcionado, y en ningún momento
tenemos la impresión de estar asistiendo a una historia sesgada. Nos imbuimos de
tal forma en ese universo emocional, que nos sentimos uno más de la fiesta. Las
historias se van sucediendo, unos personajes van cediendo protagonismo a otros,
y todo va encajando a nuestro alrededor.
El día de una boda es un día de alegría. Conoceremos a
Magalí, la pareja de Emma que ha llegado para integrarse de lleno en la familia
y aportarle por fin estabilidad. También estará la tía Inés, esa amiga tan
importante en la vida de Amalia, un personaje un tanto encorsetado en el que
merece la pena escarbar un poquito. Aparece en escena Oksana, una rusa que es
de esas mujeres duras y sufridoras que se ha ganado todos mis respetos con sus
silencios y su complicidad.
El éxito de Palomas es no impostar. Ese chorro de emociones
le sale del alma. Y dispara a matar. Su pluma sirve para dar vida a unos
personajes que el lector llega a querer como si fuesen de carne y hueso, y lo
más curioso es que lo consigue con una historia que es pura cotidianeidad, sin
otorgarles a ninguno de ellos capacidades especiales; todo lo contrario, los hace imperfectos, inseguros a veces,
caprichosos otras o incluso egoístas. Sin embargo, todos tienen muy claro el
lugar que ocupa su familia en su escala de valores. Y demuestran que, aunque
por momentos las cosas se puedan poner muy feas, lo importante, por encima de
todo, es el amor que se profesan.
Un amor es una novela inolvidable; una historia que te
duele, que te divierte, te emociona y te enseña muchas cosas: cosas tan
importantes como que la vida es un suspiro, que las cosas no siempre vienen de
frente, que hay que ser valiente y, sobre todo, que hay que disfrutar del
cariño de los que nos rodean, ser generosos con ellos y saber escucharlos,
porque no hay bastón más bonito ni más fiable que el que fabricamos nosotros
mismos regalando amor.